Por Mariana Otero
Para La Voz

La cantidad de ingresantes a esa carrera en la UNC creció 18% en relación a 2020. El interés se mantiene en alza desde hace años pero ahora se acentuó. El debate por las causas.
  • La cantidad de ingresantes a esa carrera en la UNC creció 18% en relación a 2020.
  • El interés se mantiene en alza desde hace años pero ahora se acentuó.
  • El debate por las causas.

La Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) rompió este año su propio récord de aspirantes a la licenciatura de Psicología: hay 4.622 ingresantes, un 18,1% más respecto del año anterior.

La cifra suma a quienes asisten al cursillo de nivelación y a los recursantes.

Claudia Torcomian, especialista en psicología educacional e investigadora de experiencias universitarias de la carrera de Psicología, y Germán Pereno, profesor titular del cursillo de nivelación, coinciden en que la preferencia por esta carrera registra una tendencia en alza desde hace años.

Pero el salto es mayor en 2021 y podría estar vinculado a la experiencia global de la pandemia, en el que los temas vinculados a “salud” fueron excluyente en la vida de todos.

“Tal como ocurrió en otros ciclos lectivos, cuando el país se encontraba atravesado por alguna crisis, el número de aspirantes aumentó. Quizás las incertidumbres y la falta de proyectos en la sociedad empujan a búsquedas vinculadas a carreras de la salud que muestran una alternativa de ayuda a otro humano o humana en una sociedad donde el consumo, consume”, interpreta Torcomian.

En los últimos años, la cantidad de aspirantes a Psicología osciló entre los 3.200 y 3.500. En el 2020 alcanzó los 3.914 y, este año, el número de ingresantes trepó a 4.622.

“Una de las razones del incremento puede estar vinculada al dictado con modalidad no presencial del cursillo de nivelación. Sin embargo, esto no pasó en Ciencias Económicas (2.734 ingresantes), que suele tener números semejantes todos los años”, indicó Pereno.

Los datos consolidados de matrícula aún no están disponibles. Y, en general, en todas las carreras, las cifras de estudiantes caen durante el año.

En Psicología, entre 900 y 1.000 estudiantes inscriptos no se matriculan para iniciar la carrera cada año. Por lo tanto, no asisten a clases ni rinden alguna instancia evaluativa. Esto ocurre a pesar de que desde la Facultad hay un acompañamiento sostenido a los estudiantes.

“Este desfasaje, quizás observable en menor número en muchas carreras universitarias, podría vincularse a elecciones lábiles, rápidas, a no haber finalizado el secundario o a tomar un año libre o sabático para repensar”, apunta Torcomian.

Entre el 8% y el 10% de jóvenes que inician el ingreso en Psicología finalmente lo abandonan. Para la investigadores, obedece a varios factores que van desde situaciones socioeconómicas hasta cuestiones familiares o psicoemocionales.

“Elegir una carrera constituye uno de los momentos más críticos en la trayectoria educativa de los estudiantes. El pasaje de la escuela secundaria a la universidad requiere un gran cambio, un salto hacia una nueva etapa para la cual no siempre los y las jóvenes están listos”, remarca Torcomian.

Pereno sostiene que para revertir la situación es necesario mejorar la sinergia entre las escuelas secundarias y las universidades y , también, entre los ministerios de Educación, provincial y nacional.

“El desafío es promover que las nuevas generaciones se preparen, avancen sus metas educativas atendiendo a sus singularidades. Se impone mostrar el abanico de posibilidades existentes y generar nuevas aperturas con opciones cortas, más asertivas para aquellos que se debaten frente a largos recorridos”, opina Pereno, quien asegura que es necesario sumar recursos docentes.

“Un profesor cada 300, 400 o 500 alumnos en algunas materias de primer año asustan más que auspiciar una bienvenida. Miles de jóvenes diversos y expectantes llegan a una institución que ofrece iguales condiciones y, a veces, eso no alcanza. Paradójicamente, en el otro extremo encontramos carreras de las llamadas ciencias duras que cuentan con casi 1.200 docentes y pocos interesados”, marca Pereno.

Virtualidad

Estudiantes y docentes coinciden en que la pandemia facilitó el acceso a la universidad desde casa, a través de una computadora o celular.

Sin embargo. Torcomian subraya que la formación de futuros psicólogos requiere prácticas presenciales no solo por las normativas vigentes sino porque “es deseable aprender en tramas vinculares con pares y con docentes”.

“Esta posibilidad virtual podría generar falsas expectativas para jóvenes y posteriores abandonos”, advierte Torcomian.

Pereno agrega: “Estudiar desde cada rincón de la provincia y país puede ser bueno para el desarrollo de las regiones, pero hay mucho que poner a punto para lograrlo”.

En números. En los últimos años, la cantidad de aspirantes a Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba osciló entre los 3.200 y 3.500. En 2020 creció, para llegar a los 3.914. Y en el actual 2021 pegó otro salto, aún mayor, con 4.622 inscriptos.

En casa. Rosario Carranza cursa el ingreso a Psicología, de modo virtual. (Pedro Castillo)

“La virtualidad es cómoda, pero preferiría ir a la Facultad”

Rosario Carranza (17) es ingresante de Psicología en la UNC. Cuenta que eligió la carrera porque le interesa el estudio del comportamiento humano, conocer cómo influyen en cada uno el contexto y la complejidad de la mente.

El año pasado hizo un test de orientación vocacional que la ayudó a decidirse.

“Veo tantos ámbitos en los que puede intervenir un psicólogo que creo que no me puedo decidir por algo ya”, dice Rosario. Se refiere a que antes de iniciar el cursillo nivelatorio tenía una idea acotada del campo laboral de la carrera.

“El cursillo virtual está bien organizado Tenemos clases teóricas de lunes a miércoles. Al ser tantos estudiantes, hay comisiones desde la mañana hasta la noche; clases con profesores y clases prácticas por YouTube. Hacen ‘vivos’ y los viernes rendimos”, explica. Cada comisión suma 250 personas.

Rosario está conforme con la modalidad virtual, pero confiesa que le gustaría cursar en la Ciudad Universitaria. “Preferiría estar en la presencialidad para experimentar la vida universitaria, ir a la Facultad, conocer gente, adaptarme a ese ambiente. La virtualidad me resulta cómoda porque tengo recursos como una ‘compu’, un celular o internet. Me han contado ingresantes de otros años que a veces era un caos; tenías que llegar temprano al aula porque sino, no entrabas”, comenta.